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Especialista No Quirúrgico

 

Sentadas en la pequeña y precaria salita de espera de un centro de atención de segundo nivel, estaban la madre de Manuel (un niño de 3 años), y la Dra. Fernández, su pediatra. 

La angustia se apoderaba de todo el lugar. En sus manos, la madre, sostenía una caja vacía de “Leche sabor a Fresa” y una bolsa plástica de un quesito pera. No paraba de apretarlos. 

La Dra. Fernández podía sentir la angustia que esta madre estaba experimentando. La compartía…

– Tranquila, todo va a salir bien, le dijo la Dra. Fernández a la mamá.

– Dios la oiga doctora. Estos 3 días usted ha sido un ángel. Usted es mamá, y solo una mamá sabe que una madre hace lo que sea por un hijo. ¡Lo que sea!. Muchas gracias de corazón. 

Conmovida por las palabras de la mamá, quiso agarrarle las manos y al notar los objetos que tenía en ellas le ofreció…

– ¿Ya terminó con eso? ¿Quiere que se los bote?

–  Bueno, gracias doctora. En realidad no son míos, fue lo único que logré que Manuelito comiera antes de la cirugía. 

Cuando oyó esto, la Dra Fernández ahora pálida, se paró como un resorte. 

Mientras corría por el pasillo no podía dejar de pensar en cuántas veces le advirtieron este tema a la mamá. “Una madre hace lo que sea“…no importaba ahora…

Al llegar a la sala, salía el cirujano. 

Manuel había broncoaspirado. 

No pudieron hacer nada…

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¿Qué fue lo que pasó?

La Dra. Fernández recibió a Manuel con una quemadura de tercer grado MUY severa. 

Desde el primer momento supo que el centro en el que trabaja (Nivel 2), no estaba en la capacidad de atender ese grado de situación y empezó a gestionar con prontitud el traslado de Manuel a un centro de mayor complejidad. Dos días después, la autorización no llegaba por lo que decidió apoyarse en el director del servicio de pediatría. 

Aunaron esfuerzos y con insistencia pedían el traslado, tres días de un angustioso sufrimiento del niño. La situación era inhumana a todas luces. En el afán de solucionar la situación involucran, vía interconsulta y con todos los procedimientos de rigor, a un cirujano. Al ver el estado del niño, este decide (en concordancia con la junta médica) hacer un desbridamiento de la herida de carácter urgente. 

Dada la complejidad del procedimiento y el estado del paciente, se decide aplicar anestesia general. El desafortunado desenlace de todo este procedimiento, quedó claro al principio de este texto. 

No así el desenlace de la situación de la Dra. Fernández. 

Una madre hace lo que sea por un hijo. Y en busca de respuestas y responsables, la madre decide instaurar una denuncia contra el centro en el que falleció Manuel. Unos meses después, la Dra Fernández estaba involucrada en el proceso. El motivo que se argumentaba en la acusación: ¡Que la Dra. Fernández no hizo la interconsulta con un cirujano!

Días enteros intentando mover todo a favor de Manuel, terminan en una acusación a todas luces injusta y, claramente, ¡mentirosa!

Para nosotros fue un caso sencillo de llevar, pero la Dra. Fernández hubiera podido ser acusada inclusive SIN haber participado directamente de la intervención quirúrgica. Algunos especialistas no quirúrgicos piensan que dadas las características de su especialidad, no van a necesitar una gestión legal. Esto dista mucho de la realidad. Y son incontables los casos en que hemos logrado salvar sus carreras. 

Nuestra gestión y nuestra póliza RCP te permiten dormir tranquilo.

No permitas que algo similar te pase a ti.