Existen dos tipos de residentes.
Están los que creen que se las saben todas. Los que consideran que algunos profesores están anticuados. Que están “quedados”. Que ya es hora de la nueva generación.
También hay otros que tienen como característica la humildad de reconocer que la experiencia juega un papel fundamental en la profesión.
Miguel era de estos últimos; por ello, para él, fue de suma importancia atender al criterio de su profesor cuando un paciente llegó a su consulta, y aunque Miguel tenía la humildad de aceptar que la experiencia de su profesor le superaba inmensamente, en esta ocasión discrepó de su diagnóstico.
El caso.
A la consulta llegó un paciente que tenía su brazo inmovilizado con una férula. Para Miguel la sintomatología era clara: el paciente presentaba indicios de síndrome compartimental, no obstante, y para salir de cualquier duda, comparte su diagnóstico con su profesor (especialista en la materia).
-No Miguel, no es eso- Le dijo el profesor.
-Pero Dr. yo si creo… es más… ¡estoy seguro!… pero ahora usted me está poniendo a dudar.
-Créame Miguel. Más sabe el diablo por viejo, que por diablo.
Después de una sana, amigable y respetuosa discusión se hizo el tratamiento que el Profesor sugirió.
El resultado: El paciente se necrosó y todo terminó en la amputación de su brazo.
La conclusión: Por viejo que sea el diablo, también comete errores.
Y esto dentro del ejercicio de la medicina puede pasar. No es una ciencia exacta, la interpretación de un especialista, en ocasiones tiene más de arte que de ciencia. Ninguna mala intención tuvo el Profesor cuando dio su recomendación, no obstante, el Tribunal de Ética Médica, decidió abrir un proceso a Miguel por “falta de dedicación de tiempo al paciente”.
Es importante aclarar una cosa: El Profesor jamás se lavó las manos.
En todo el proceso apoyó a Miguel dándole su respaldo y asumiendo la responsabilidad de la decisión que él había tomado. Sencillamente se equivocó, se equivocó en el diagnóstico. Es humano. No es deseable, pero estas cosas pasan. Sin embargo, hubo un consejo que el profesor le había dado a Miguel meses atrás: Contratar nuestros servicios de gestión jurídica y Póliza RCP.
En eso acertó. Gracias a eso los pudimos acompañar con éxito en todo el proceso ético. Al fin y al cabo… Más sabe el diablo por viejo, que por diablo.